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Writer's pictureJorge Enrique Gomez Pardo

Episodio 01: Qué defendemos, por qué y cómo




Enfoque y línea editorial del Video Podcast Defensa de la Libertad y de la Democracia con Jorge Enrique Gómez Pardo.


Descripción:

Bienvenidos al primer episodio de nuestro nuevo video podcast, “Defensa de la Libertad y de la Democracia con Jorge Enrique Gomez Pardo”! 🎙️📹

El nombre del video podcast es el mismo del de mi libro, publicado hace dos años, con alguna ligera adaptación para este nuevo formato.


Este video podcast fue creado para contribuir a defender y promover la libertad y la democracia en 🇨🇴Colombia 🇨🇴, lo que hemos construido entre todos como país durante décadas, y así, los ideales de la Ilustración, los principios liberales clásicos, y los valores que unen al centro-derecha, es decir, el espacio político que va desde el centro liberal a la derecha conservadora, aplicados a la difícil coyuntura política actual.


Se trata en últimas de aprovechar esa nueva forma de comunicación para masificar el contenido del libro, dando herramientas para abordar la coyuntura actual, actualizadas con los eventos y aprendizajes de los últimos dos años desde la publicación del libro.


Además, sobre la base de los hechos y los datos, y a la luz del marco doctrinal que se encuentra en el libro, en el video podcast analizaremos la política, la economía y la geopolítica.


En el video podcast hablaremos entonces de ideas, de política y de historia, con el fin de contribuir en la defensa de la libertad y de la democracia en Colombia 🇨🇴.


¿Qué puedes esperar de este episodio?


En este primer episodio les contaré en mayor detalle qué defendemos, por qué lo defendemos y cómo lo defenderemos.


El índice del episodio es el siguiente:


  1. Introducción y presentación (00:00)

  2. Las democracias se acaban por avances extremistas silenciosos (02:52)

  3. Objetivos y razón de ser de este video podcast (09:20)

  4. El cuerpo de doctrina en defensa de la libertad y de la democracia que defendemos (22:50)

  5. Los formatos de este video podcast (28:37)

  6. Cómo llegamos a esta situación y el rol del supuesto “centro” (31:36)

  7. La necesidad de unión de los moderados de todas las tendencias en defensa de la libertad y de la democracia (42:45)

  8. Por qué la situación (hasta ahora) no ha sido peor (48:23)

  9. La necesidad de un marco de doctrina firme, claro, específico y sin tibiezas en defensa de la libertad y de la democracia (50:44)

  10. Si en 2026 no retomamos el rumbo que nos llevó a nuestro mejor momento es posible que no nos recuperemos (54:28)

  11. Agradecimientos y mensajes finales (57:17)


Disponible en:



Es importante que compartas el episodio, te suscribas y le des ‘me gusta’.


Esto ayudará a que más gente lo vea o lo oiga y, así, lograr que su contenido en defensa de la libertad y de la democracia sea más efectivo en el propósito de contribuir en la #DefensaDeLaLibertadYLaDemocracia en nuestra querida patria Colombia 🇨🇴.


Encuéntranos como @jegomezpardo en Instagram, Twitter y Tik Tok.


Transcripción Completa:


1. Introducción y presentación


Hola a todos.


Muchas gracias por ver o escuchar este nuevo video podcast.


Mi nombre es Jorge Enrique Gómez Pardo, y soy el autor del libro Defensa la Libertad y de la Democracia, el centro político y los extremos explicados, publicado hace dos años.


Y hoy tengo el inmenso privilegio de presentarles este nuevo video podcast del mismo nombre.


En este primer episodio les presentaré qué defendemos, por qué lo defendemos y cómo lo defenderemos.


De esta forma, conocerán y tendrán absoluta claridad sobre cuál es nuestra línea editorial y cuál es nuestro enfoque.


Respetamos profundamente su tiempo y su inteligencia.


Este video podcast fue creado con el fin de contribuir a la causa de la libertad y de la democracia, en su momento más oscuro, tal como todos ustedes bien lo saben, pues nunca había estado en tanto riesgo su continuidad.


La causa de la libertad y de la democracia es una causa en la que creo profundamente porque recoge bastante lo que está bien en este mundo al haberle dado a la humanidad y a Colombia sus mayores grados de dignidad humana, de libertad, de democracia, de seguridad, de paz, de prosperidad, de igualdad ante la ley y de oportunidades, y de protección a los más vulnerables.


Esta causa, junto a todo lo que hemos construido entre todos como país durante décadas, está hoy amenazada como nunca antes en nuestra historia.


Y lo está como resultado esencialmente de tres cosas.


En primer lugar, el extremismo neocomunista del presidente Gustavo Petro.


Esto no es una exageración, ni una afirmación para causar impacto.


De hecho, por varias razones, preferiría no utilizarla, pero es la realidad, tal como lo explico en el libro, lo he esbozado en otros espacios y lo veremos en futuros episodios.


En segundo lugar, el populismo de izquierda del presidente Petro.


Como también lo muestro en el libro, populismo y extremismo no son lo mismo, aunque, por supuesto, pueden estar estrechamente relacionados.


Y en tercer lugar, los precedentes autoritarios y arbitrarios que se configuraron durante la puesta en marcha del acuerdo del expresidente Juan Manuel Santos con las FARC.


Estos precedentes antidemocráticos y contrarios al Estado de derecho potencian esos riesgos.


Más adelante, me volveré a referir a cada uno de esos aspectos, a los cuales me refiero en mayor detalle en el libro, y veremos también en mayor profundidad en futuros episodios.


2. Las democracias se acaban por avances extremistas silenciosos


Ahora bien, la creciente radicalización de Petro, manifestada, entre otros, en su propuesta de Asamblea Nacional Constituyente, de extrema izquierda, no es un simple globo o algún acceso verbal a la luz de algún discurso como algunos lo han dicho.


Es, por el contrario, y como lo explico en el libro, un paso lógico, político y jurídico del presidente dada su ideología radical de extrema izquierda.


Dicho sea el paso, la propuesta de constituyente de Petro fue algo que advertí hace dos años en el libro que ocurriría en caso de él llegar a la presidencia, no obstante, que sistemáticamente decía que no lo haría y que muchos decían que advertirlo era una exageración.


Y lo hice no porque tuviera una bola de cristal, pero tampoco porque estuviera especulando.


Lo hice al comprender su ideología extremista en conjunto con sus declaraciones y actuaciones.


Constituyente, que por supuesto, trae implícita su continuidad indefinida a la cabeza del gobierno, pues ningún extremista hace una constituyente para entregar el poder.


En el libro también advertí que Petro aprovecharía los presidentes iliberales del Acuerdo de La Habana.


Me refiero, por ejemplo, al Fast Track o a potenciales cambios jurisprudenciales abruptos en la Corte Constitucional, especialmente si Petro logra configurar mayorías afines en esa Alta Corte en los próximos meses.


Tal como lo veremos en futuros episodios y lo explico en el libro, la historia enseña que, así como los presidentes positivos para la libertad y para la democracia las fortalecen, los negativos las debilitan.


La historia también enseña que, así como todas las democracias se pueden fortalecer, todas, absolutamente todas, se pueden debilitar e incluso hasta acabarse.


En ese sentido, Ronald Reagan nos recuerda en sus memorias que James Madison, conocido como el padre de la Constitución de Estados Unidos, Constitución que, como lo muestro en el libro y lo veremos en futuros episodios en mayor detalle, inspiraría a las europeas y las de América Latina, incluidas las colombianas.


Y quien estudió profundamente las estructuras de gobierno de la antigüedad y de los Estados modernos, dijo ya en 1788 lo siguiente:


“Desde la civilización general de la humanidad, creo que hay más ejemplos de la restricción de la libertad del pueblo por el avance general y silencioso de aquellos en el poder que por sus pasiones violentas y súbitas”.


Los ejemplos históricos y actuales son numerosos y algunos de ellos los analizo en el libro y los veremos en futuros episodios.


Un ejemplo negativo, entre muchos, es el venezolano.


El grotesco, violento e infame robo a las elecciones en Venezuela, del cual el mundo está siendo testigo, con la complicidad de, entre otros, el presidente Gustavo Petro, no es un hecho aislado que pasó de un día para otro.


Es, por el contrario, un paso más dentro de un proceso de deterioro de la democracia liberal o Estado de derecho democrático en el hermano país.


Que comenzó, de manera gradual, hasta llegar a una dictadura socialista.


El proceso de deterioro de la libertad y de la democracia en la hermana Venezuela fue resultado de, entre otros, la complicidad y la miopía de sectores moderados con los extremistas hace décadas en el hermano país.


En un fabuloso ensayo de la líder venezolana María Corina Machado, y que citó ampliamente en el libro y que abordaremos en futuros episodios, ella misma nos lo cuenta.


Fue precisamente ese ensayo de María Corina el que me abrió los ojos respecto a que el problema de Petro no solamente es que sea un populista de izquierda, que lo es, sino también un extremista de extrema izquierda y que, por lo tanto, tener claridad conceptual sobre la diferencia entre uno y otro es fundamental para saber en dónde se está, para dónde se va y, por lo tanto, para defender con mayor efectividad la libertad y la democracia en Colombia.


Como lo muestro en el libro y lo veremos en mayor detalle en futuros episodios, la extrema izquierda es, en lo fundamental, el socialismo y el comunismo.


La diferencia entre socialismo y comunismo es, al final, casi que irrelevante porque el socialismo y el comunismo son, en esencia, lo mismo.


Y esto al ser ambas ideologías de extrema izquierda que combaten a la libertad, a la democracia acompañada de la libertad y a la propiedad privada.


Es decir, a la democracia liberal, el capitalismo y a la economía de mercado, que en su conjunto constituyen el centro político en sentido amplio, tema el que volveré más adelante en este episodio, lo analizo en el libro y lo veremos en futuros episodios.


La diferencia no es entonces que una sea extremista y la otra no, sino que, siendo ambas extremistas, una es incluso más radical que la otra.


Esta distinción es relevante porque en ocasiones se considera el socialismo como algo “más normal” y no lo es.


Ambas son ideologías extremistas y radicales de extrema izquierda.


Otro ejemplo ha sido el caso colombiano.


Los precedentes autoritarios y arbitrarios que configuraron el desconocimiento del resultado del plebiscito, un verdadero robo democrático al haber desconocido su resultado pasando por encima de la voluntad popular con el fin de imponer a la brava el acuerdo del expresidente Juan Manuel Santos con las FARC, debilitaron enormemente nuestro Estado de derecho democrático y le dejaron herramientas a Petro que antes eran simplemente inexistentes e inconcebibles dentro de nuestra cultura política y constitucional.


Entre ellos, los mencionados Fast Track y cambios jurisprudenciales abruptos en la Corte Constitucional, en ambos casos contraviniendo burda y groseramente los más elementales principios de la democracia liberal, del Estado de derecho democrático o del Estado Constitucional, conceptos que son todos sinónimos unos de otros.


Esos principios, su lógica fundamental y su historia, que se remontan a las antiguas Grecia y Roma hace 2500 años, los explico en el libro y los veremos en futuros episodios.


3. Objetivos y razón de ser de este video podcast


Ahora bien, quiero hacer desde ya una aclaración que considero oportuna a la luz de la necesidad de unión y de concordia que necesitamos entre el mayor número de colombianos posible para defender nuestra libertad y nuestra democracia, y todo lo que hemos construido entre todos como país durante décadas.


La aclaración es la siguiente:


Las críticas que hago sobre el robo del plebiscito o a las cabezas del supuesto centro político en Colombia por su apoyo a ese desconocimiento autoritario y arbitrario y por su rol fundamental en la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia, no las hago para incomodar por incomodar a nadie. Tampoco las hago por polarizar, ni para volver por volver a episodios tan dolorosos, desagradables y daniños para la libertad y la democracia en nuestra patria.


Como con la utilización del término extrema izquierda neocomunista de Petro, que también suelo utilizar, créanme que me encantaría no hacer referencia a ellos.


Entre otras razones, porque pueden alienar, al menos al principio, a sectores moderados centristas e incluso de izquierda democrática que Colombia necesita para la defensa de la libertad y de la democracia, para quienes esos términos y quizás esas críticas puedan sonar demasiado fuertes y radicales.


Créanme, soy completamente consciente de ello.


Sin embargo, lo que enseña la historia es que para ser exitosos a mediano y largo plazo en la defensa y promoción de la libertad y de la democracia se debe ser absolutamente claro y honrado respecto a la situación en la que el país se encuentra, y en los hechos y factores que nos han traído hacia la misma.


En el libro y en futuros episodios veremos algunos ejemplos de ello.


También, y como iremos viendo, esa claridad es muy importante para fortalecer lo que considero el verdadero centro político a la luz de los conceptos y de lo que ha sido la historia de nuestro país en lo que va corrido de este último medio siglo.


Si queremos, por lo tanto, contener el debilitamiento de nuestra democracia liberal, si queremos, además, fortalecerla, si queremos proteger y mejorar todo lo que hemos construido entre todos como país durante décadas, y si queremos fortalecer a largo plazo el centro político en sentido amplio, en el que quepan los distintos matices de centro, de derecha y de izquierda democráticas, alejando el país de cualquier extremismo, sea izquierda o sea derecha, debemos comenzar siendo absolutamente claros y honestos con nosotros mismos.


Con este video podcast, entonces, como en su momento con el libro, pero ahora con un mayor alcance, gracias a la posibilidad de masificar en mayor grado la información a través de estas nuevas formas de comunicación, quiero entonces contribuir a que Colombia sea un país cada vez más libre, más democrático, más seguro, más próspero, más justo, más unido, más optimista y lleno de patriotismo.


A que sea un país, al mismo tiempo, con las más firmes y decididas políticas en seguridad, que restablezcan el Estado de derecho en todo el territorio nacional y que, a su vez, sean cada vez más respetuosas de ese Estado de derecho.


En Colombia, con nuestros problemas de narcotráfico, de organizaciones criminales y circunstancias geográficas, sin las más firmes políticas en seguridad simplemente no es posible la vigencia práctica de la democracia liberal en todo el territorio nacional, la cual se basa en la garantía de los derechos intrínsecos e inalienables a los que tenemos derecho todos los seres humanos por el solo hecho de serlo, desde la perspectiva liberal clásica. A saber: la vida, la libertad y la propiedad, cuya garantía es la razón de ser de la democracia liberal.


El sentido común y la evidencia histórica así lo demuestran.


Winston Churchill escribió alguna vez: “Un gobierno constitucional, para ser digno de ese nombre, debe demostrar su capacidad para preservar la ley y el orden, y para proteger la vida, la libertad y la propiedad. Si no logra hacer cumplir esas garantías fundamentales, ningún sistema parlamentario puede perdurar”.


Garantizar los derechos intrínsecos e inalienables a los que tenemos derecho todos los seres humanos por el solo hecho de serlo, mediante la ley y el orden, es, por lo tanto, la obligación principal, no la única, pero sí la principal, de cualquier gobernante democrático.


También para contribuir a que Colombia sea también un país con la mayor libertad y estabilidad económica posible y, al mismo tiempo, con la más profunda, efectiva y desburocratizada política social.


Y así, con más igualdad ante la ley y más igualdad de oportunidades, lo que necesariamente implica más y mejores oportunidades para todos, más y mejores empleos para todos, y más y mejores protecciones para los más vulnerables.


Para que tengamos un país con un Estado más pequeño, más austero y más desburocratizado, y al mismo tiempo más fuerte, más eficiente y más garantista.


Un Estado que sea un aliado de todos aquellos que estén dispuestos a arriesgar y a invertir y, en consecuencia, entre otros, que no sobrecargue con impuestos y regulaciones excesivas a los ciudadanos, a los emprendedores, a los empresarios consolidados de los distintos tamaños, y a los inversionistas.


Un Estado que vuelva a ilusionar y a atraer al mejor talento.


Y un estado que ayude a la sociedad a aprovechar al máximo las nuevas oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías.


También para contribuir a que tengamos un país pacificado, o al menos en el rumbo correcto para estarlo, con más paz, pero con una paz de verdad, y no con una paz de papel.


Una paz de verdad en la que los colombianos y sus familias no vivan con miedo.


Parafraseando a Ronald Reagan, la paz es la máxima inspiración de todos los colombianos, pero, en su línea, la paz debe ser en el marco del Estado de derecho, y con seguridad, autoridad y orden.


Si no es así, el Estado no puede garantizar la vida, la libertad y la propiedad, convirtiéndose así, en una paz de papel y extremista, al ser contraria a la democracia liberal.


Y, por supuesto, para también contribuir, a que Colombia sea un país alejado del populismo y de cualquier extremismo, sea de izquierda o sea de derecha.


En suma, y de manera más específica, este video podcast fue creado para contribuir básicamente a tres cosas, sobre la base de un cuerpo opcional claro, definido y sin tibiezas, al que me referiré más adelante.


La primera, a que Colombia logre defender y fortalecer su orden constitucional liberal.


La segunda, a que Colombia retome el rumbo que traía entre 2002 y 2010, bajo la presidencia del expresidente Álvaro Uribe Vélez.


Esto, por supuesto, adaptado a las nuevas realidades de los nuevos tiempos, pero bajo los mismos ideales, principios, valores, políticas fundamentales y estilo de liderazgo, que han demostrado ser correctos y funcionar, no solo acá, sino en cualquier otro país occidental.


Ideas y políticas fundamentales que, por lo tanto, no expiran, sino que se complementan y que se mejoran, a la luz de las experiencias adquiridas y de las nuevas circunstancias que los nuevos tiempos imponen.


En esa época, los colombianos nos sentíamos seguros en lo fundamental porque se había restablecido el orden constitucional en todo el territorio nacional, gracias a la más firme y decidida política de seguridad en el marco del Estado de derecho democrático.


Los inversionistas hacían fila para invertir en Colombia. Se creaban y consolidaban emprendimientos y empresas de todos los tamaños y sectores. Se creaban más y mejores empleos. Y se creaban más y mejores oportunidades de todo tipo para los colombianos y sus familias.


Y la cohesión social avanzaba enormemente, tal como lo mostraban los avances en salud, en educación, en reducción de la pobreza, así como las encuestas de opinión sobre la favorabilidad del Presidente de la República, que eran extraordinariamente positivas en todos los sectores de la sociedad.


Rumbo que en buena medida se venía recuperando entre 2018 y 2022 bajo la presidencia del expresidente Iván Duque.


Y tercero, para contribuir a fortalecer el verdadero centro político en Colombia.


Como lo explico en el libro, y también lo veremos en futuros episodios de este vídeo podcast, el centro político es, a mi modo de ver, el liberalismo clásico, manifestado básicamente en la democracia liberal, el capitalismo y la economía del mercado, y la más firme defensa de sus principios, valores e instituciones, así como de los ideales de la Ilustración que lo subyacen.


También es, sobre la base de sus ideales, principios y valores, la tolerancia y el pragmatismo para encontrar soluciones prácticas, las cuales parten de la base de las más firmes y decididas políticas en seguridad, en el marco del Estado de derecho democrático.


Dado que sin seguridad no hay en la práctica Estado de derecho, defender y promover las más firmes políticas en seguridad es una condición necesaria para hacer de centro.


El verdadero centro político, al menos desde el liderazgo político y de quienes influyen en la agenda pública, parte entonces de la base de la más firme defensa de los principios e instituciones liberales clásicas en toda circunstancia.


Centro político que en nuestro país, en lo corrido de este siglo, lo ha representado en lo fundamental en el centro-derecha, con guion, porque es el espacio político dentro de la centralidad, que en sus distintos matices y corrientes, va desde el centro liberal a la derecha conservadora, en especial el uribismo, corriente política dentro de ese espacio del centro-derecha en la que se encuentran todos esos matices.


Centro-derecha, o espacio liberal conservador, que en mi opinión es un solo espacio, con sus distintos matices y corrientes dentro de la centralidad, pero un solo espacio.


Algunos más de centro, algunos más de derecha, todo ello en distintos grados, pero, insisto, todos en un mismo espacio de centro-derecha u espacio liberal conservador.


Más adelante, y sobre todo en futuros episodios, me referiré en mayor detalle a este verdadero centro político, a sus principios y a sus valores, a lo cual también me refiero con mayor profundidad en el libro.


Por lo pronto, baste con decir que creo que hay un centro político en sentido amplio y un centro político en sentido estricto.


El centro político en sentido amplio, que también puede entenderse como centralidad occidental o espacio de la moderación, en contraposición a la extrema derecha o a la extrema izquierda, son los sistemas e instituciones que garantizan y desarrollan la libertad, la democracia acompaña la libertad, y la propiedad privada.


Es decir, la democracia liberal, el capitalismo y la economía y mercado, y sus derivados contemporáneos, como el Estado social de derecho y la economía social de mercado, en donde la democracia liberal es el eje de la centralidad.


Y dentro de ese centro político en sentido amplio, caben todos los distintos matices de centro de sentido estricto, de derecha y de izquierda.


Esto también lo explicó en el libro y también lo veremos en otros episodios del vídeo podcast.


Verdadero centro político que, por lo tanto, no es lo que se entiende en nuestro país como entre “centro”, cuyos protagonistas, en general, y digo en general porque no todos cumplen con todas las características, han sido:


• Más de izquierda que de centro.


• En ocasiones, han sido extremistas, como con el apoyo a Petro y con el robo del plebiscito. El robo del plebiscito ha sido, por cierto, el más fuerte golpe que se le ha dado al Estado de derecho y a la democracia en Colombia en décadas, y por lo tanto, al centro político.


• En algunos casos, ha sido tibio, en donde quienes con su tibieza, para todos los efectos prácticos, también ayudaron al extremismo.


• No han tenido un real compromiso con la seguridad.


• Han sido equidistantes entre dos proyectos políticos o candidatos, con independencia de su ideología y plataformas.


• Y son santistas o han sido cercanos al santismo.


En ese sentido, es interesante ver cómo en estos dos años se ha ido modificando un poco el discurso en supuesto “centro”.


Además de los elementos que muestran el libro y que veremos en futuros episodios, ahora implícitamente también plantean una tesis bastante curiosa.


Básicamente es que cualquiera que no sea de izquierda radical y que no sea uribista es de centro.


No importa la ideología, no importan los planteamientos, no importa el talante, si se es uribista no se puede ser de centro.


Eso, por supuesto, como iremos viendo, es una ridiculez sin ningún asidero conceptual e histórico, y que lo que busca es apropiarse del centro político para las elecciones de 2026, tal como lo hicieron para 2022, lo cual como veremos fue fundamental para la llegada de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia.


4. El cuerpo de doctrina en defensa de la libertad y de la democracia que defendemos


Colombia necesita volver entonces a incorporar dentro de su ADN político la firmeza, el sentido común, la seguridad, la libertad política, la libertad económica, la tolerancia, la estabilidad, la seriedad y el pragmatismo para encontrar soluciones prácticas y específicas que le ayuden a la gente a resolver sus problemas, todo lo cual, de alguna forma, sintetiza el cuerpo doctrina o de ideas que defendemos.


El cuerpo doctrinal, es decir, los ideales, los principios y los valores que defendemos en este video podcast, lo hacemos porque son los de la causa de la libertad y de la democracia.


Esta causa, reitero, ha hecho de la civilización occidental la que mayor dignidad humana, libertad, democracia, seguridad, paz, prosperidad, e igualdad ante la ley y oportunidades, y mayores protecciones ha dado las más vulnerables. Y no solo a la humanidad, sino también en Colombia.


Ideales de la ilustración como la razón, la ciencia, el humanismo, el progreso y la paz, tal como lo explica Steven Pinker en su libro en defensa de la ilustración.


Por supuesto, el progreso ilustrado y la paz ilustrada, que son aquellas que cumplen los demás ideales de la Ilustración, y por lo tanto, son conformes a los principios e instituciones políticas y económicas liberales clásicas, que son resultado de estos ideales.


Entre ellos, los que ya hemos mencionado y que vale la pena reiterar: el derecho a la vida, la libertad y la propiedad, así como los sistemas e instituciones que nos garantizan y desarrollan: la democracia liberal o Estado de derecho democrático, el capitalismo, la economía del mercado, y sus derivados contemporáneos como el Estado social de derecho y la economía social de mercado.


Entre otros también, la igualdad ante la ley, la separación de poderes, el respeto a las normas preestablecidas, el respeto al principio democrático, y la mayor libertad económica posible, con la consecuente menor intervención estatal y regulatoria posible en la economía.


Y los valores que unen al centro-derecha. Insisto con guion porque es el espacio, reitero, que va, con sus distintos matices y corrientes, desde el centro liberal a la derecha conservadora, y que constituye un solo espacio político.


Valores que incluyen, entre otros, la seguridad, el orden, la autoridad, la estabilidad, la moderación, la igualdad de oportunidades y el absoluto respeto y aprecio por la fuerza pública, que en Colombia ha sido la fuerza pública y la libertad, de la democracia, de la Constitución y de la ley.


Absoluto respeto y aprecio por la fuerza pública que implica, entre otros, que no puede ser igualada moralmente, ni políticamente, ni jurídicamente con el terrorismo, ni con ningún otro tipo de delincuencia, tengan o hayan tenido trasfondo ideológico.


¿Y qué que tengan ideas?


¡Y qué!


Tener ideas políticas, por cierto, reprochables, al ser de extrema izquierda, no les dan ningún derecho a asesinar, a secuestrar, o a atentar contra la propiedad de la gente, o a atacar a la democracia liberal.


Así como son des respetables las ideas de izquierda, de derecha o de centro, que están dentro de la centralidad, se esté o no de acuerdo con ellas, las ideas extremistas, sean de extrema izquierda o de extrema derecha, son totalmente deleznables, porque son contrarias a la vida, a la libertad, a la democracia acompañada de libertad, y en el caso de la extrema izquierda, también a la propiedad privada.


Es decir, reitero, lo que en su conjunto constituye el centro político en sentido amplio, o espacio de la moderación, dentro del que, reitero, caben infinidad de categorías completamente respetables de derecha, de centro y de izquierda.


En últimas, en un escenario de extremos seriamente definidos, como el que afronta a Colombia con el socialismo de siglo XXI neocomunista de Gustavo Petro, todas esas categorías no son más que matices dentro del centro político en sentido amplio o espacio de la moderación.


Matices muy importantes, con profundas y respetables diferencias, pero al final solo matices, porque los unen su respeto por la vida, la libertad, la democracia acompañada de libertad y la propiedad privada.


El cuerpo de doctrina que, por lo tanto, orienta a este video podcast, está basado en los mencionados ideales de ilustración, los principios liberales clásicos, y los valores que unen al centro liberal y a la derecha conservadora, es decir, reitero, el centro-derecha con guion, bajo un profundo sentido social.


El cuerpo de doctrina o marco conceptual de principios, o como se le quiera llamar, que aquí defendemos, se encuentra básicamente en el libro “Defensa de la Libertad y de la Democracia: El Centro Político y los Extremos Explicados”, que antes les comenté que publiqué hace algo más de dos años.


Para escribir el libro, me apoyé, entre otros, en varias fuentes autorizadas, entre ellas, algunos de los pensadores y estadistas más importantes de Occidente como Winston Churchill, Ronald Reagan, John Locke o F.A. Hayek.


El libro va desde la Grecia y Roma clásicas, hasta la campaña presidencial colombiana de 2022, al corte de la Semana Santa.


En ese recorrido me refiero o analizo momentos clave de la historia occidental, y de la colombiana y venezolana contemporáneas, que ayudan a entender lo que tristemente ha ocurrido en Colombia durante el gobierno del presidente Gustavo Petro, y lo que tristemente puede venir para el país.


5. Los formatos de este video podcast


Así, en este video podcast, haremos pedagogía sobre estas ideas, y a la luz de ese marco doctrinal, y sobre la base de los hechos y los datos, analizaremos la política, la economía y la geopolítica.


El video podcast tendrá entonces en principio dos formatos principales durante su primera fase.


El primero será el pedagógico.


Allí les expondré capítulos o secciones del libro que podrán venir o no acompañadas de comentarios sobre la coyuntura actual, relacionados directa o indirectamente con esos contenidos.


Estos episodios serán entonces semillas pedagógicas que, con paciencia y paso a paso, iremos sembrando, episodio a episodio, en quienes tengan la generosidad de vernos o escucharnos.


El segundo será el analítico.


En este formato haremos entrevistas, diálogos, tertulias y análisis sobre la coyuntura política, económica y geopolítica, en el marco reitero del mencionado cuerpo de doctrina.


F.A. Hayek nos enseñó en su “Constitution of Liberty”, o “Fundamentos de la Libertad” en su versión en español, que, “si las verdades antiguas han de mantener su influencia solamente de los hombres, deben ser reexpresadas en el lenguaje y los conceptos de las generaciones sucesivas”.


De este modo, con este video podcast, esperamos contribuir a que el mayor número de colombianos conozca, se apropie y mejore este marco doctrinal y su aplicación al día a día, y así, puedan defender, promover y mejorar la libertad y la democracia en Colombia, con mayor fundamento.


Además, y sobre la base de los componentes pedagógicos y analíticos antes mencionados, en este video podcast también buscaremos fomentar la participación cívica y política de los colombianos, haciendo pedagogía, y en el marco de la democracia liberal, contribuyendo a movilizar a los ciudadanos en defensa de la libertad y de la democracia en Colombia.


En ese sentido, en el libro también me referí en varias oportunidades a una reflexión de Hayek sobre la importancia de la ciudadanía activa informada para la defensa de la libertad y de la democracia.


De acuerdo con este pensador liberal clásico, el constitucionalismo, “se basa en última instancia en la comprensión de que el poder no es al final un hecho físico, sino un estado de opinión que hace que las personas obedezcan”, tal como “ha sido subrayado por David Hume y una larga lista de teóricos”.


El masivo apoyo ciudadano en defensa de nuestras instituciones liberales clásicas, de nuestras tradiciones democráticas y de nuestro derecho a no vivir bajo el utilitarismo, la arbitrariedad, el extremismo, el populismo, que solo traen opresión y miseria, es por lo tanto esencial.


6. Cómo llegamos a esta situación y el rol del supuesto “centro”


Ahora bien, ¿cómo llegamos a este punto tan crítico en nuestra historia?


Un diagnóstico detallado excede los alcances de este primer episodio de presentación.


No obstante, como punto de partida, es necesario resaltar que Colombia no pasó de estar en su mejor momento, gracias al gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez, a la dramática situación en la que se encuentra hoy de un día para otro.


Tampoco fue por casualidad.


Varios importantes factores nos trajeron hasta esta preocupante situación que hoy vivimos, que podremos complementar y desarrollar en futuros episodios.


Entre los más relevantes, que también ayudan a explicar los propósitos de este vídeo podcast, están los siguientes.


En primer lugar, el debilitamiento de la seguridad y de la economía durante el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos.


Reitero que, sin seguridad, simplemente no hay, en la práctica, Estado de derecho democrático y, por lo tanto, centro político.


En segundo lugar, el mencionado debilitamiento del Estado de derecho democrático y los precedentes negativos que se configuraron luego del desconocimiento autoritario del resultado del plebiscito para imponer el Acuerdo de La Habana.


En línea con lo que antes señalé, y tal como lo veremos en el próximo episodio, en el libro advertí que era completamente razonable pensar que Petro se aprovecharía de los mencionados precedentes y liberales que debilitaron a la democracia liberal en Colombia, para utilizarlos en su proyecto de extrema izquierda.


También advertí que esos precedentes aumentaban el riesgo para la libertad y para la democracia en Colombia, especialmente en un gobierno tan radical.


En el libro y en futuros episodios veremos todo esto con mayor detalle.


Sin embargo, creo que para los efectos de este primer episodio es importante esbozar en qué consistieron algunos de esos precedentes autoritarios y arbitrarios.


Comencemos con el Fast Track.


Este fue un procedimiento mediante el cual se impuso la implementación del Acuerdo de la Habana, no solo de manera autoritaria al desconocerse la voluntad popular luego de la victoria del no en el plebiscito, sino que fue un procedimiento mediante el cual se implementó el Acuerdo de la Habana de manera arbitraria sin separación de poderes.


El Fast Track borró la separación de poderes que, como lo veremos en futuros episodios y se encuentra en el libro, es el principio del Estado de derecho que divisó a John Locke, el padre del liberalismo clásico para garantizar el resto de los principios de la democracia liberal.


Otro precedente que debilitó en ese periodo a nuestro Estado de derecho y a nuestra democracia fue la legalización, no la legitimación, sino la legalización de ese desconocimiento de la voluntad popular por parte de la Corte Constitucional, mediante cambios jurisprudenciales abruptos que, al igual que el Fast Track, contravinieron burda y groseramente los más elementales principios de la democracia liberal.


Y ello tan sólo cinco meses entre la declaratoria de la constitucionalidad de la convocatoria del plebiscito y la legalización del desconocimiento del resultado luego de la victoria del “No”.


Qué le legalizó, no que le legitimó, reitero, pues como veremos en futuros episodios y se encuentra en el libro, es un imposible político, doctrinal y jurisprudencial legitimarlo, al menos a la luz de los principios de la democracia liberal, es decir, reitero, del centro político.


Así las cosas, entre otros, aprovechando el precedente del Fast Track y el precedente del abrupto cambio de jurisprudencia de la Corte Constitucional, Petro probablemente querrá imponer en gran medida sus ideas de constituyente.


Las advertencias que ha hecho el expresidente Iván Duque sobre los cambios en las mayorías en la Corte Constitucional durante los próximos meses en favor del presidente Petro, son entonces de la mayor pertinencia.


Y el supuesto “centro” apoyó al unísono este tristísimo episodio para nuestra democracia liberal, es decir, para nuestra libertad y nuestra democracia. Es decir, para el centro político.


Un tercer factor que nos tiene en este punto son los efectos económicos y sociales de la pandemia, que por supuesto también ayudan a elegir a Petro, no obstante, el destacado manejo que le dio el expresidente Iván Duque a esa crisis.


En cuarto lugar, el injusto daño a la reputación del expresidente Álvaro Uribe Vélez, lo cual también ayudó a elegir a Petro.


La popularidad del expresidente en todos los sectores sociales había sido una garantía frente al populismo y el extremismo que invadió a numerosos países de la región durante este siglo.


En buena hora, por lo tanto, no solo para él, sino para Colombia, su popularidad se ha venido restableciendo en los últimos dos años.


En quinto lugar, el irresponsable apoyo que, por activa o por pasiva, le dieron las cabezas del supuesto “centro” a Petro.


Por activa, porque importantes protagonistas de ese supuesto centro se aliaron expresamente con Gustavo Petro para que llegara a la presidencia, sabiendo exactamente lo que hacían. No solo para gobernar y ya una vez electo, así intentar reducir daños, sino para que llegara.


En este grupo no estaban solamente los politiqueros de siempre, sino personas muy formadas políticamente, inteligentes y con una extensa experiencia política, que, reitero, sabían exactamente lo que hacían al aliarse con un neocomunista tan radical como es posible en el siglo XXI, tal como lo es el presidente Gustavo Petro.


Y por pasiva, porque promoviendo el voto blanco en la segunda vuelta, en la práctica lo que hicieron fue ayudarle a Petro.


Esto, a mi modo de ver, de manera francamente equivocada y oportunista, lavándose las manos como si la cosa no fuera con ellos, y así, además, en su lógica, mantener sus opciones intactas en 2026, a costa de los colombianos y de Colombia.


Incluso, y a esto me referiré posiblemente en más detalle en otro episodio, ese mismo supuesto centro que pidió el voto en blanco por Petro en segunda vuelta, en primera vuelta buscó aliarse con Rodolfo Hernández, pero que al ver que Hernández lo superaba en esa alianza, decidieron no materializarla.


Pero, en todo caso, el daño ya estaba hecho. “Blanquearon” a Rodolfo Hernández, lo que ayudó significativamente a que fuera él quien pasara en la segunda vuelta contra Petro y no Federico Gutiérrez.


Esto, especialmente, por razones de voto útil.


Así, el votante de centro-derecha, por excelencia pragmático en Colombia, empezó a ver a la luz de las encuestas que Rodolfo Hernández se hacía más viable y que tenía más posibilidades que Fico de ganarle a Petro en la segunda vuelta.


Así, con los votos de Hernández que se le tragó al “centro” tibio, y los votos que por voto útil logró arrancarle al centro-derecha, Rodolfo Hernández pasó a la segunda vuelta.


Y a las cabezas de ese supuesto “centro” tibio, qué curioso, les servía a Rodolfo Hernández para una alianza en primera vuelta, pero no les servía para votar por él en segunda vuelta en contra de Petro, que evidentemente es, y era claro también en ese momento para esos profesionales de la política, que el más mayor para Colombia era Petro y no Rodolfo Hernández.


Otra razón fueron las narrativas absurdas que promovieron algunas de las personas más influyentes del supuesto “centro”.


Ese apoyo por activa y por pasiva de los protagonistas del supuesto centro, que como hemos visto fue esencial para dejarnos a todos los colombianos en esta situación tan dramática, promovieron las narrativas francamente absurdas en las que demonizaban al centro-derecha, el verdadero centro político, y en especial al uribismo, como extrema derecha, al tiempo que, en muchos casos, lavaron a Petro como un izquierdista “normal”.


Y no faltaron quienes decían que era de “centroizquierda”.


Esas cabezas del supuesto “centro” que de manera francamente indignante y dolorosa para los ojos y para los oídos tenemos que ver en los medios, en las redes y en el Congreso, pontificando y dando lecciones de centro político, de democracia liberal, de moderación, y hasta de sensatez.


Muchos de los mismos que ahora tratan de lavar su conciencia y su voto por haber votado por Petro, intentando meternos a todos en el mismo saco de los culpables de esta situación.


Quién lo creyera, señalando a quienes votamos por Rodolfo Hernández en segunda vuelta, como si estuviéramos igual o peor con Hernández que con Petro.


Francamente, y con todo el respeto por quienes piensan distinto, creo que es evidente que no estaríamos peor con Rodolfo Hernández que con Petro.


Entre muchos ejemplos, los siguientes:


• ¿Acaso la continuidad del orden constitucional estaría bajo el mayor riesgo de su historia?


• ¿Acaso la seguridad se habría debilitado hasta este punto?


• ¿Acaso el sistema de salud estaría en riesgo?


• ¿Acaso se habrían creado riesgos para las pensiones?


• ¿Acaso la economía se habría debilitado de esta manera?


• ¿Acaso se habría espantado la inversión?


• ¿Acaso habría una reforma laboral en ciernes absolutamente perjudicial para los trabajadores y empleadores, y su formalización?


Es obvio que no.


Por supuesto que es muy imposible que se hubieran presentado problemas de otro tipo, pero en ningún caso, la situación en su conjunto, o específica en los aspectos que acaban de mencionar, sería peor.


En mi caso, voté por Hernández en segunda vuelta porque, como a millones de colombianos, me tocó hacerlo para intentar contribuir a evitar a que Colombia cayera en manos de la extrema izquierda, lo cual pondría en riesgo la libertad y la democracia en nuestra patria y todo lo que entre todos hemos construido con país durante décadas.


Tal como en efecto está ocurriendo.


Por lo tanto, y a efectos de la claridad conceptual y política que nos permita defender nuestro orden constitucional liberal, que nos permita volver a las ideas políticas y estilo de liderazgo que nos llevaron a nuestro mejor momento, y que nos permita fortalecer el verdadero centro político en Colombia, es importante resaltar que varios de los protagonistas del supuesto centro (i) no solo fueron artífices o cómplices del peor golpe al Estado de derecho democrático en décadas, y así al centro político, sino que (ii) fueron instrumentales para la llegada de Gustavo Petro a la Presidencia de la República, el mayor riesgo para la libertad y la democracia que ha enfrentado nuestro país y, por lo tanto, el mayor riesgo que ha enfrentado el centro político en Colombia.


Y por ello, y por otras razones que también explico en el libro y que veremos en futuros episodios, es francamente ridículo que ese supuesto centro se pretende apropiar del centro político en Colombia al mismo tiempo que han estigmatizado como extrema derecha el centro derecha y en especial al uribismo, que reitero ha sido la corriente política que en lo corrido de este siglo mejor ha defendido la libertad y la democracia en Colombia.


Desafortunadamente, y en línea con lo que antes señalé, ya estamos viendo que hay sectores que están analizando campaña y están volviendo a esas narrativas ridículas, divisivas, politiqueras, oportunistas y superficiales.


Definitivamente hay quienes no han aprendido la lección.


7. La necesidad de unión de los moderados de todas las tendencias en defensa de la libertad y de la democracia


Miren, siempre ha habido extremistas y siempre lo habrá.


Tanto de izquierda como de derecha.


La historia está llena de ejemplos.


En muchos casos incluso impusieron el comunismo o el fascismo sin necesidad de tener mayorías populares.


Si es que para no ir más lejos, el Acuerdo de La Habana nos lo impusieron a la brava habiendo ganado el “No”.


Y con niveles de impopularidad durante su implementación, incluso el 70%, tal como lo muestran las encuestas de la época.


Por lo tanto, no es garantía de nada que el 58% de los colombianos no estén de acuerdo con la constituyente de Petro según una reciente encuesta, o que el presidente sea impopular.


De hecho, Santos también fue impopular.


Miren, siempre es mejor prevenir que lamentar.


Así como la historia y el presente enseñan que siempre es mejor disuadir la violencia de una guerra que combatirla, la historia también enseña que siempre es mejor evitar la pérdida de la democracia que intentar recuperarla.


En ambos casos, los costos de prevenir siempre son menores y los resultados siempre son menos inciertos.


Disuasión de violencia y de pérdida de la libertad y de la democracia que la historia, el presente y el sentido común enseñan que no parten de la base del apaciguamiento y de pensar con el deseo, sino que parten de la base de la firmeza y del realismo.


Por lo tanto, prefiero mil veces que en un par de años los futuros colombianos digan que éramos unos exagerados, a que digan que como fuimos de idiotas de habernos dejado robar nuestra libertad y nuestra democracia por unos radicales indisciplinados que, no obstante, han demostrado estar dispuestos a hacer lo que tengan que hacer para lograr sus fines.


Habiéndonos dejado robar nuestra libertad, nuestra democracia, nuestro presente, nuestro futuro, e incluso nuestro pasado, porque les encanta reescribir e imponer la historia a su acomodo, y nuestras tradiciones democráticas.


Ya Petro dio incluso la instrucción de presentar un proyecto de ley para cambiar el escudo nacional, el cual es un símbolo patrio que es patrimonio de los colombianos desde los tiempos de general Santander en los orígenes de la república y cuyo lema, libertad y orden, sintetiza la naturaleza liberal de nuestro orden constitucional.


Y todo ello teniendo a la mano todas las señales y precedentes históricos nacionales e internacionales.


En ese sentido, en el mencionado ensayo de María Colina Machado, al que antes hice referencia, ella nos cuenta que eran claras las señales de lo que se venía para Venezuela, y cómo la clase política, e importantes sectores de la sociedad, fueron cómplices de la llegada de Chávez al poder.


Hemos visto y veremos con más detalle en los próximos episodios que no ha sido ninguna exageración nada de lo que hemos advertido.


En consecuencia, lo realmente importante es que los sectores moderados, en sus distintos matices y corrientes, bien sea de centro o de derecha o de izquierda, nos unamos para defender el centro político en sentido amplio, o centralidad occidental, o liberalismo clásico en sentido amplio, o espacio de la moderación, o estado constitucional, que al final no son otra cosa distinta que la libertad y la democracia.


Pero esa unión no debe ser en torno a acuerdos políticos de corto plazo, aunque respetables en algunos casos, o politiqueros en otros casos.


Por el contrario, creo que para que sea duradera y efectiva, debe ser una unión ciudadana que por supuesto incluya a los políticos, y que sea en torno a ideas, a principios y a valores, de una doctrina liberal y clásica esencial y en sentido amplio, en la que quepamos todos los distintos matices moderados, de centro, de derecha y de izquierda. Absolutamente tolerante con todos y cada uno de esos matices, y absolutamente intolerante con la extrema izquierda o con la extrema derecha.


En el libro, hace más de dos años, plantee este enfoque de ideas, principios y valores.


Sé que para muchos esto puede ser difícil de digerir, e incluso les puede parecer iluso y poco práctico.


Lo sé, porque para mí también lo fue.


En el próximo episodio les contaré la historia de este video podcast, que es la del libro, junto al correspondiente contexto político, ideológico y personal que lo originó.


Allí les contaré cómo para mí durante la mayor parte de mi vida, las ideas políticas, la ideología, fueron básicamente carreta poco práctica, y sin consecuencias en las políticas públicas, y por lo tanto, en la vida práctica de la gente.


Solamente me interesaban las propuestas específicas y los resultados concretos en la gestión de los gobernantes, pensando, erradamente, que eran excluyentes de las ideas y no complementarias.


Pero cada vez de ver el impacto político extraordinariamente positivo y práctico que ellas habían tenido en la humanidad y en Colombia, en casos como el de Winston Churchill, Ronald Reagan o Alberto Lleras Camargo, para solo nombrar algunos, me había convencido de lo contrario.


Ahora bien, así como hay ejemplos de impacto extraordinariamente positivos de las ideas, como los que les acabo de mencionar, también los hay extraordinariamente negativos.


El comunismo en todas sus formas, como el de Lenin, Stalin, Castro, Chávez, Petro o Maduro.


El fascismo también en todas sus formas, como el de Hitler o Mussolini.


O las narrativas equivocadas que he mencionado de los protagonistas del supuesto “centro” en Colombia, que contribuyeron a la elección de Gustavo Petro, son solo algunos ejemplos de ellos.


8. Por qué la situación (hasta ahora) no ha sido peor


En ese sentido, es clave entonces reconocer que el problema central de Petro es fundamentalmente ideológico, y en consecuencia, de talante, lo que, a su vez, deriva en los demás problemas.


Así, por ejemplo:


• Promover una constituyente para reemplazar nuestra constitución liberal y moderada por una socialista que le permita ser un dictador de extrema izquierda.


• Debilitar sistemáticamente la seguridad y perseguir sistemáticamente una supuesta paz total en perjuicio de la seguridad.


• Estatizar el sistema de salud y pensional.


• Haber forzado la aprobación en el Congreso de la República de una reforma tributaria que espanta la inversión, junto a políticas y mensajes radicales que tienen el mismo efecto.


• O, entre otros, el ecologismo extremista.


Son problemas en esencia ideológicos de este gobierno, sin perjuicio, por supuesto, que también tengan enormes falencias técnicas de gerencia y, por supuesto, también de transparencia.


Es que ni siquiera en Alemania o en Corea, la extrema izquierda comunista o socialista ha funcionado.


Y no ha funcionado porque es una ideología esencialmente contraria a la naturaleza humana y a los incentivos que objetivamente generan progreso.


La verdad es que si la situación no ha sido peor, es básicamente porque, en conjunto al corajudo esfuerzo cívico, político y aplicación del Estado de derecho al que antes me referí de la oposición, los jueces, la prensa y los activistas, el presidente Gustavo Petro se metió con la salud de los colombianos, tal como lo he analizado en otras oportunidades y lo abordaremos en futuros episodios.


Por lo pronto, basta con decir que con la reforma de la salud a Petro le rompió sorpresivo y prematuramente el teflón de la popularidad.


Y así, junto a otros factores posteriores, como los escándalos de corrupción en su campaña y en el gobierno, la inseguridad o las dificultades en la economía, a Petro se le debilitó la gobernabilidad para implementar una agenda mucho más radical.


Pero como vimos el semestre anterior, no obstante su debilitamiento, Petro terminó logrando que el Congreso le aprobará su reforma pensional y que avanzara la reforma laboral.


9. La necesidad de un marco de doctrina firme, claro, específico y sin tibiezas en defensa de la libertad y de la democracia


Colombia saldrá adelante.


Estoy seguro de que lo hará.


No tengo la menor duda de que lo hará.


Siempre lo ha hecho y siempre lo hará.


Pero no será fácil, ni será gratis.


Costará, como ya lo está costando.


Pero lo haremos.


Reitero que líderes de oposición, jueces, periodistas, analistas, activistas y ciudadanos de todos los perfiles han hecho una enorme labor en estos dos años, contribuyendo a la mejor forma que han podido hacerlo dentro de su marco de acción.


Pero para ello no pueden haber ni tibiezas, ni dejar que vuelvan a hacer carrera narrativa de ridículas que tanto daño le han hecho al país.


Vamos entonces a necesitar de mucha firmeza, de mucha convicción y de mucha claridad.


En ese sentido, y en línea con lo que a gente señalé sobre la necesidad de unión de los sectores moderados, sean de centro, de derecha o de izquierda, sobre la base de principios o un cuerpo de doctrina claro, Ronald Reagan también nos enseñó que los partidos corrientes políticas deben “levantarse y elegir un estandarte de principios alrededor del cual la gente pueda unirse y decir, ‘esto es lo que representamos’”.


Esta plataforma política debe ser, continúa Reagan, “una bandera de colores audaces e inconfundibles, sin tonos pastel”.


Sólo así, continúa el expresidente que ganó la Guerra Fría.


Derrotó en su momento al comunismo.


Logró en su momento la mayor reducción de armas nucleares de la historia, sentando las bases para las subsiguientes.


Le dio a su país niveles de prosperidad sin precedentes.


Le devolvió a su patria la autoconfianza.


Y qué es conocido como el Gran Comunicador.


Podremos, “ser realmente exitosos en comunicar y revelar la diferencia entre esta plataforma y la plataforma del partido opositor”.


En este video podcast, mediante los distintos componentes mencionados, actuaremos, por lo tanto, decididamente en defensa de la libertad y de la democracia en Colombia y de lo que hemos construido entre todos como país, dejando muy claro, con firmeza, integridad, sin tibiezas, con respeto por las personas, y con base en el contenido que se encuentra en el libro:


1. Que consideramos es una plataforma política moderada, es decir, dentro de la centralidad o centro político de sentido amplio o espacio de la moderación y, por lo tanto, no extremista ni tibia, en la que caben las distintas tendencias democráticas de centro, de derecha o de izquierda.


2. Y, en ese marco, qué consideramos es una plataforma política centrista dentro de un espacio liberal conservador o de centro-derecha.


Centro-derecha, insisto con guion, porque es el espacio político que va, en sus distintas corrientes y matices, desde el centro liberal a la derecha conservadora.


Centrismo y derecha no solo compatibles, sino complementarios en Colombia y en el resto de occidente, gracias a ideales, principios y valores comunes.


Centrismo dentro del centro-derecha y derecha dentro del centro-derecha, que, insisto, constituimos un solo espacio, dentro de ese gran espacio de la moderación o del centro político en sentido amplio, que se opone a cualquier ideología o corriente política extremista, sea de derecha o sea de izquierda.


Sobre todos estos temas, también profundizo en el libro, lo cual también haremos en futuros episodios.


10. Si en 2026 no retomamos el rumbo que nos llevó a nuestro mejor momento es posible que no nos recuperemos


Ahora bien, visto lo visto,


• ¿Vamos a dejar que el miedo, la manipulación o la apatía acaben con nuestro país?


• ¿Vamos a dejar que se roben nuestra Constitución, como lo hicieron con el plebiscito, o como los extremistas y sus cómplices les han robado la libertad y la democracia a los hermanos venezolanos?


• ¿Vamos a dejar que se lleven por delante todo lo que hemos construido entre todos como país?


• ¿Vamos a dejar que se nos robe nuestro futuro, el de nuestros hijos y el de nuestros nietos?


• ¿E incluso nuestro pasado como hemos visto?


Miren, si no corregimos el rumbo en 2026, con firmeza y decisión en las ideas, con las políticas y el estilo de liderazgo que han demostrado funcionar en Colombia y en todo el mundo, nuestra querida patria simplemente no saldrá adelante.


Y si sigue el extremismo izquierda de Petro, o llega el populismo izquierda que recientemente gobernó algunas de las principales capitales de Colombia, que en su totalidad ayudó a elegir a Petro, o vuelve el supuesto “centro”, Colombia profundizará su crisis.


E incluso, podría entrar en un largo periodo de decadencia, de la que quizás no pueda salir nunca, o hasta dentro de muchas décadas.


Como le pasó en distintos grados a Cuba, Venezuela o Argentina, causando un inmenso, profundo e innecesario dolor y perjuicios a decenas de millones de ciudadanos de bien y a sus familias.


Pero insisto, soy 100% optimista en que Colombia, una vez más, saldrá adelante.


Y lo hará, insisto, si volvemos a las ideas, a las políticas y a los estilos de liderazgo que nos llevaron por el mejor rumbo.


Si lo hacemos, Colombia no solo no saldrá debilitada de esta terrible noche, que nunca debió ocurrir, sino que saldrá fortalecida, pues habrá soportado al político más radical de América Latina.


Como lo dijo alguna vez el expresidente Alberto Lleras Camargo,


“Hay quienes coinciden que Colombia podría gobernarse por la fuerza.


Mi experiencia es la contraria.


Nadie, ni un partido mayoritario, ni menos un minoritario, ni grupo alguno de civiles o militares, ni todas las fuerzas armadas, podrían jamás gobernar de esa manera un país, cuya única, invariable y vigorosa tradición, aparte de su fe católica, es la libertad”.


Espero que este video podcast sea útil en ese propósito.


11. Agradecimientos y mensajes finales


Muchísimas gracias por habernos acompañado en este episodio.


Si compartes nuestra visión, nuestros ideales, nuestros principios y nuestros valores, y te gustó este episodio, te agradecemos inmensamente compartirlo, suscribirte y dejarnos una reseña en la plataforma que lo hayas visto o escuchado.


Todo ello nos ayudará a que más gente lo vea o lo oiga, y así avancemos en la contribución a la causa en la que tanto tú como yo creemos profundamente.


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Nos encantará escuchar tus comentarios y sugerencias.


Finalmente, te invito también a ver o escuchar el próximo episodio.


Como antes lo mencione, allí cuento la historia de este video podcast, que es en lo fundamental la del libro, junto al correspondiente contexto político e ideológico que lo generó y la forma como lo viví, con actualizaciones conformes a los aprendizajes y los nuevos hechos ocurridos durante los últimos dos años, desde cuando el libro fue publicado.


Sin más preámbulos, nos vemos o nos escuchamos en el próximo episodio.


© 2024 Todos los derechos reservados por Jorge Enrique Gómez Pardo



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